Una de las actividades que debemos impartir en la escuela
es la enseñanza de valores prácticos, en donde los alumnos estén comprometidos
a llevarlos a cabo durante su vida. Sin embargo, antes de enseñar a los alumnos
a que los lleven a cabo, los docentes deben de tener en cuenta sus valores
profesionales. Por lo que a continuación describo a que se refiere lo anterior.
La formación del profesional no inicia en el aula de
clase, desde temprana edad nos fomentan valores que con el tiempo asimilamos y
tomamos como un modo de vida.
El aprendizaje de conocimientos teóricos que el individuo
como futuro profesionista recibe, es básico para el correcto desempeño de sus
funciones.
Una base sólida de conocimientos, otorga al profesional
la certeza de sus actuaciones.
Pero no lo es todo, requiere contar con la madurez
suficiente para combinar sus habilidades y capacidades con un conjunto de
valores morales.
Un profesionista completo es aquel que desarrolla sus
actividades diarias, sin olvidar la prudencia, autogobierno, fortaleza y
justicia.
Prudencia al ser auténtico, capaz de ponderar y dar
prioridad a los aspectos importantes de la vida, dejando a un lado lo
superfluo.
Autogobierno para realizar su tarea diaria mostrando
empatía hacia los demás, contar con la estudiosidad necesaria sin dejar de ser
humilde y generoso.
Mostrar fortaleza al ser
leal, responsable, tener la paciencia y resistencia al trabajo sin olvidar el
entusiasmo. Por último ser justo, manifestar respeto por el mismo, sus
semejantes y su entorno.
Como profesionales que somos, no debemos olvidar, los
valores morales en nuestro diario actuar. Forman parte de uno mismo, es
imposible pensar que ignorándolos obtendremos éxito en nuestra profesión.
Más bien, el éxito radica en lograr nuestras aspiraciones
profesionales y personales, aferrándonos a nuestros valores morales.
Valores
¿Pero cómo vamos a conseguir que la
gente, empezando por la infancia, sea más solidaria?
Victoria Camps propone realizar una
llamada al civismo, al respeto por las cosas, las plantas, los animales y, en
especial, las personas. Sabemos que crear una cierta sensibilidad hacia la
naturaleza y los animales puede ser relativamente sencillo, pero sensibilizar
hacia los semejantes que padecen y lo pasan mal, es más complicado. Debemos ser
conscientes de que los valores del neoliberalismo "la moral del
éxito" son más atractivos que la solidaridad. En este mismo plano, la
creación de hábitos cívicos, rutinas que muestren la deferencia y el respeto
que nos merece el otro, porque le cedemos el asiento, no lo atropellamos,
procuramos no molestarle con nuestros gritos, le echamos una mano si está
desvalido, le sonreímos, le saludamos. Conviene practicar y predicar la
solidaridad, porque la falta de solidaridad revierte en una deficiente vida
pública, como educadores tenemos el compromiso de ir descubriendo los intereses
comunes de la sociedad.
La solidaridad debe ser selectiva, y
como criterio de selección, el tercer principio rawlsiano -el principio de la
diferencia- es sin duda el más adecuado. Hay que tender los brazos a la
solidaridad de los más desposeídos, a los que no ven reconocida su categoría de
ciudadano o de persona. Además la solidaridad debe extenderse tanto al nivel
público como al privado. No sólo hay que ser solidario con los países del
tercer mundo, a veces uno tiene muy cerca, a unos pasos, a la persona con quien
practicar dicha solidaridad.
La solidaridad trasciende a todas
las fronteras: políticas, religiosas, territoriales, culturales, etc. para
instalarse en el hombre, en cualquier hombre, ya que nunca como ahora se tiene
conciencia de formar parte de la aldea global.
Partiendo de la base de que la
solidaridad se aprende, desde y en la experiencia de personas que manifiestan
conductas solidarias. Vamos a tratar de realizar una propuesta de trabajo para
el desarrollo de la actitud de solidaridad.
Desde la perspectiva pedagógica ,de
la que partimos y en la que hemos estado trabajando a lo largo de los últimos
ocho años, estamos ante una educación moral de mínimos que, mediante el diálogo
y la reflexión, la empatía y la autorregulación quiere ser capaz de facilitar
la construcción de unos valores que sean universalmente aceptables y que
permitan no sólo regular la propia conducta, sino también construir
autónomamente formas de vida concretas que en cada situación se consideren las
más justas, mejores y más apropiadas.
La finalidad de nuestra perspectiva
es que la persona aprenda a pensar sobre temas sociomorales, es decir,
desarrolle formas de pensamiento cada vez mejores en el marco de los conflictos
de valor. Pretende también que aprenda a aplicar esta capacidad de juicio a la
propia historia personal y colectiva para mejorarla. Pero, sobre todo, lo que
se busca es superar el nivel de razonamiento y ser capaz de realizar lo que uno
piensa a partir de su propia conducta.
Por lo tanto, podemos dirigir
nuestro trabajo pedagógico en el ámbito de la solidaridad al desarrollo de una
serie de dimensiones morales (Martínez, 1995) que, sin duda, facilitan un
aumento de la autonomía, un espíritu crítico y el desarrollo de determinados
valores y actitudes, como la solidaridad, entre otros.
Autoconocimiento
La primera de las dimensiones a las
que vamos a apelar y trataremos de ejercitar será el autoconocimiento,
como capacidad que facilita el conocimiento de uno mismo y su valoración,
permitiendo una clarificación sobre la propia forma de ser, pensar y sentir.
Antes de empezar el trabajo de la solidaridad, hay que saber hasta qué punto
uno es solidario o se cree solidario. Ejemplos: 1) revisar conceptos erróneos
como pobreza-riqueza, raza-etnia-cultura, colonialismo,
desarrollo-subdesarrollo, etc. 2) reflexionar y completar frases inacabadas
como las que siguen puede ser un buen comienzo (GREM, 1997):
La
solidaridad es totalmente necesaria en situaciones como....
Hay personas
que se han distinguido por un comportamiento solidario, como por ejemplo....
Considero
que la gente insolidaria es....
Soy
solidario/a cuando....
Hay muchas
palabras que tienen relación con la idea de solidaridad, como por ejemplo....
Autonomía
Otra de las dimensiones a
desarrollar en la persona es la autonomía o capacidad de autorregulación
que permite a la persona hacer coherente lo que piensa con lo que hace. Será la
propia persona la que establece el valor y se organiza para actuar de acuerdo
con él. Construir una escala de valores propia de una sociedad pluralista y
democrática puede dar la clave a un mundo más justo e igualitario.
Capacidad de
diálogo
También la capacidad de diálogo
que permite a la persona hablar de todos aquellos conflictos de valor no
resueltos que le preocupan tanto a nivel individual como social. Por ejemplo:
Intercambiar opiniones, razonar sobre distintos puntos de vista e intentar
llegar a un entendimiento, un acuerdo justo y motivado racionalmente.
Vamos a reflexionar sobre la
disyuntiva entre armamento y paz desde perspectivas distintas. Intentaremos
estimular todas las aportaciones mediante una representación ante todo el
grupo-clase. Tres de vosotros vais a representar el papel de dirigentes
políticos de la Unión Europea, y otros tres van a hacer el papel de portavoces
de colectivos pacifistas. El objetivo de la representación es, por una parte,
exponer la posición del grupo al cual representáis y, por otra, llegar a una
especie de acuerdo que garantice la paz a escala mundial.
Capacidad
para transformar el entorno
La capacidad para transformar el
entorno será otra de las dimensiones a desarrollar. Esta dimensión va a
permitir a la persona formular normas y proyectos contextualizados donde se
pongan de manifiesto los criterios de valor relacionados con la implicación y
el compromiso. Esta capacidad no se desarrollo únicamente en el aula, sino que
lo hace también en distintos ámbitos.
Formar en la solidaridad, en la
comprensión de lo que implica vivir en un mundo interdependiente y en la
corresponsabilidad que todos tenemos -en nuestra vida cotidiana, hábitos de
consumo, nivel de renta- para lograr un mundo más justo e igualitario implica
construir actitudes pesonales y proyectos sociales cooperativos y
emancipadores. Por ejemplo, potenciar desde la escuela la creación de un
proyecto solidario desde la realidad y para la realidad, evitando la sensación
de impotencia e inutilidad. No únicamente se tratará de sensibilizar, abrir
conciencias, generar comprensiones críticas de la situación planetaria sino de
ayudar a las personas a que sean conscientes de su propia capacidad para
influir en la toma de decisiones de la sociedad, a nivel local, nacional e
internacional. Las ONGs son una práctica orientada a crear espacios de
solidaridad con los pueblos y comunidades del sur.
Comprensión
crítica
Partiendo de una comprensión
crítica -otra de las dimensiones- como la habilidad de adquirir la
información de la realidad moralmente relevante, analizándola críticamente,
contrastándola con diversos puntos de vista, mostrando además una actitud de
compromiso y entendimiento para mejorarla, vamos a crear personas críticas,
participativas, no pasivas, no individualistas, austeras en el consumo y
justas. También podemos aumentar la capacidad de comprensión de las fuerzas
económicas, sociales, políticas, etc. que moldean e influyen en nuestras vidas.
Más aún debemos ofrecer una información verdadera sobre las situaciones que
viven las poblaciones de los países en desarrollo, sus causas y las vías para
su solución. Proporcionando información podemos despertar el interés por el
conocimiento, el respeto y el intercambio con otras culturas, superando el uso
excesivo de imágenes catastrofistas que en un primer momento impactan pero
después acaban por agotar.
Empatía
Otra de las dimensiones que es, sin
duda, óptima para contribuir a la interiorización de los valores como la
cooperación y la solidaridad es la empatía, porque permite a la persona
ponerse en la piel del otro, por lo tanto, incrementar su consideración para
con los demás. La progresiva descentración posibilita el conocimiento y la
comprensión de las razones, los sentimientos, las actitudes y los valores de
las otras personas.
También, y en esta misma línea,
están las habilidades sociales y para la convivencia, que se refieren al
conjunto de comportamientos interpersonales que la persona va aprendiendo y que
configuran su competencia social en los diferentes ámbitos de relación. Éstas
permiten la coherencia entre los criterios personales y las normas y principios
sociales.
Razonamiento
moral
Por último, habrá que desarrollar el
razonamiento moral o capacidad cognitiva que permite reflexionar sobre los
conflictos de valor. El desarrollo del juicio moral tiene como finalidad el
llevar a pensar según criterios de justicia y dignidad personal, teniendo en
cuenta los principios de valores universales, por lo tanto, desarrolla la
actitud solidaria.
A partir de este modelo de educación
moral basado en la construcción racional y autónoma de valores podemos fomentar
el desarrollo de la solidaridad como valor y como actitud.
Además de incluir en el Proyecto
Educativo de Centro y los proyectos curriculares de etapa, el tema de la
educación de la solidaridad debe estar latente en el clima de la institución, y
si es posible, la institución debería utilizar materiales y recursos para
desarrollarla.
Algunos principios metodológicos
El conflicto de valores es un
elemento favorecedor del aprendizaje. Sabemos que el aprendizaje se realiza de
modo significativo cuando construimos de forma activa nuestros propios
conocimientos, nuestros valores. De ahí, la necesidad de implicar a los alumnos
en actividades que tengan interés y sentido para que puedan dar respuesta y
comprometerse con lo que van aprendiendo.
Se van a considerar los temas
conflictivos por medio del diálogo fundamentado en buenas razones.
- Cooperación y participación:
En el aula, las actividades cooperativas favorecen el desarrollo de ciertas
actitudes como la solidaridad. Los alumnos se ayudan a aprender, comparten
ideas y recursos, planifican el estudio. El profesor realiza un papel de
mediador y hace que los alumnos participen en su proceso de aprendizaje.
- Estrategias de educación moral:
El uso de técnicas o estrategias de educación moral son indispensables para el
trabajo en actitudes como la solidaridad. Por ejemplo, la clarificación de
valores, la discusión de dilemas morales, el diagnóstico de situaciones, la
comprensión crítica de textos -sobre los medios de comunicación-, ejercicios de
habilidades sociales y de autorregulación de la conducta, etc. contribuyen a
implantar o reforzar determinadas actitudes y valores en los alumnos. Aquí
hemos planteado dos ejemplos de actividades que corresponden a estrategias de
educación moral, la primera consiste en una clarificación de valores y la
segunda a un role-playing, ambas se han extraído del curriculum de educación
moral realizado por el GREM (Grup de Recerca en Educació Moral de la
Universitat de Barcelona).
- Compromiso e implicación: Es
muy importante alentar a los alumnos a tomar decisiones y participar en
acciones concretas que incidan en su entorno inmediato, ya sea de la escuela,
del barrio, o de tipo local. Tampoco hay que olvidar emprender actuaciones
frente a los problemas de carácter más amplio, nacionales o internacionales, mediante
nuestra participación en campañas o apoyando proyectos de cooperación. La mejor
manera de educar la solidaridad es practicándola.
- Actividades conjuntas en el
centro: Efemérides como el Día de los Derechos Humanos, etc. visitas a
exposiciones, participación en talleres o actividades específicas, debates
telemáticos, programas de radio, cadenas humanas, correspondencia escolar e
intercambios con centros de países del Tercer Mundo, campañas de solidaridad,
trabajo conjunto de todo el centro (Semana de la Solidaridad), organización de
exposiciones, teatro, muestras de libros, revista del centro, etc.
- Centros de interés: Debemos
partir de acontecimientos y problemas del aula y del centro. Por ejemplo: las
peleas en clase, cómo organizarnos para convivir, cómo cooperar juntos en
clase, etc.; Problemas sociales y éticos: la discriminación de los inmigrantes,
la violación de los derechos humanos, etc.; Problemas colectivos: una campaña
de solidaridad con un país o con determinados grupos sociales, la vida social
del alumnado: problemas familiares, el ocio en el barrio o pueblo, etc.,
noticias de prensa y conmemoraciones: el día de los derechos humanos,
actividades de ONGs.
El informe de la UNESCO de la
Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI, que con el título
"La Educación encierra un tesoro" ha sido objeto de publicación en
numerosas lenguas y lugares del mundo y afirma que la educación a lo largo de
la vida se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender
a vivir juntos y aprender a ser. Nuestra propuesta podría enmarcarse en el
cuarto pilar pero necesita de los otros tres para entenderse completamente. Se
debe formar a personas capaces de comprender al otro, respetar el pluralismo,
la comprensión mutua y la paz y, además, formadas en niveles de excelencia en
el conocer y el hacer. Hemos de conseguir que los más hábiles en el conocer y
en el hacer lo sean también en vivir juntos y en ser personas y que los más
capaces en el desarrollo de la comprensión del otro, en el respeto al
pluralismo y la comprensión internacional, y en el ejercicio de la
responsabilidad sean hábiles en el conocer y el hacer.
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